Los Carpinteros
por
Orlando Britto Jinorio

La admiración de Los Carpinteros por los objetos de la vida cotidiana y por el trabajo artesanal se convertirá con el paso de los años en el desarrollo de un mecanismo de descontextualización —cambio de uso y resignificación de estos objetos— en un espacio de juego entre lo absurdo y lo ambiguo como seña de identidad de estos creadores.

Podemos situar la génesis del colectivo artístico Los Carpinteros en sus trabajos como estudiantes del ISA (Instituto Superior de Arte) de La Habana. Allí Dagoberto Rodríguez y Alexandre Arrechea comienzan a trabajar juntos a comienzos de los años 90 en el contexto de sus experiencias urbanas de la mano del profesor y artista René Francisco, a los que se unirá en breve Marco Castillo dando forma a un colectivo de artistas que comienza a ser llamado por sus compañeros y amigos del medio artístico como Los Carpinteros. Esto se debía al uso que hacían de la madera, planteando sus primeros trabajos como artefactos-muebles, objetos extraídos de la vida cotidiana, que enmarcaban y dialogaban con un espacio pictórico interior.

Su admiración por los objetos de la vida cotidiana y por el trabajo artesanal se convertirá con el paso de los años en el desarrollo de un mecanismo de descontextualización —cambio de uso y resignificación de estos objetos— en un espacio de juego entre lo absurdo y lo ambiguo como seña de identidad de estos creadores. Un modus operandi que permite pues mostrar múltiples y contradictorios espacios de significación donde la imaginación, la invención, y el sentido del humor —formas éstas inteligentes de la supervivencia cotidiana cubana— se convierten en elementos imprescindibles del “juego” visual y conceptual propuesto al espectador en cada una de sus obras.

Junto al uso o reutilización de los objetos cotidianos es la arquitectura, o en su caso el proceso de transformación de objetos en arquitecturas y de arquitecturas en objetos otro aspecto reseñable y fundamental del trabajo de Los Carpinteros. Algo que se ha mantenido tanto en las propuestas de este colectivo, integrado a partir de 2003 por Dagoberto Rodríguez y Marco Castillo, como en los propios trabajos individuales de Alexandre Arrechea. Es muy significativo en este sentido el proyecto Downtown (2002–2003) donde convierten edificios emblemáticos de la Habana, como las obras Focsa (2002) y Retiro médico (2003), en muebles repletos de cajones o gavetas a modo de bargueños o “joyeros”. Los cajones, siempre vacíos, refuerzan el sentido poético de estas obras y ahondan en la cuestión de la utilidad o inutilidad del propio objeto artístico.

Dentro de esta misma dinámica de resignificación arquitectónica, y en este caso tomando como punto de partida un objeto, se sitúa la obra Granada de mano de 2004, siendo su primera versión de 1998. Una escultura-mueble en forma de granada de mano, repleta nuevamente de cajones vacíos y, por su propia naturaleza, un objeto a punto de “explotar” en cualquier momento. El militarismo y la “invasión” desde el exterior fatalmente “esperada” durante décadas por el pueblo cubano en el contexto de su aislamiento y de la Guerra Fría se “cosifica” en una granada-bomba de mano convertida ahora en una suerte de artefacto irónico y macabro.

Los Carpinteros, Granada de manos, 2004. Daros Latinamerica Collection, Zürich

Una sombrilla (1997) tiene su antecedente en la acuarela de 1996 Sombrillas (proyecto con sombrillas para objetos de casa) donde una serie de parasoles montados sobre trípodes protegen objetos de la vida cotidiana. En el caso de esta escultura se produce una inversión funcional al situar el objeto boca abajo. El espacio interior cóncavo se dispone a recoger en lugar de proteger, siendo un tornillo de banco de carpintero el que muerde su eje y con su peso lo mantiene en equilibrio. Una vez más los objetos entran en un nuevo y sugerente espacio de resignificación. Un proceso que manejan y controlan Los Carpinteros en adelante, a modo de poetas irónico-conceptuales, tanto en el uso de objetos como en el del propio lenguaje, con una cercanía y distancia suficiente con el contexto. El humor y la ironía son herramientas eficaces que permiten y facilitan abordar cuestiones con profundidad dramática.

Los Carpinteros, Sombrillas (proyecto con sombrillas para objetos de casa), 1996. Daros Latinamerica Collection, Zürich
Los Carpinteros, Una sombrilla,1997. Daros Latinamerica Collection, Zürich

Formalmente no debemos dejar de mencionar la importancia del dibujo en el proceso creativo-especulativo de Los Carpinteros. Sus primeros apuntes en pequeñas hojas o libretas van progresivamente tomando mayor entidad hasta plantearse como obras en sí mismas. Trasladados al papel como acuarelas, en una técnica impecable y desde entonces en todo tipo de formatos, son obras tan relevantes en la creación de estos artistas como la materialización de las propuestas contenidas en las mismas en posteriores objetos o esculturas. Su importancia llega a ser de tal dimensión, que el propio dibujo, utilizado directamente en las paredes del espacio expositivo, se convierte en ocasiones en el agente generador que confiere una nueva dimensión objetual e instalativa a la obra final total. Es el caso de la obra Ala (1999), donde los trazos del dibujo sobre una pared conectan una red de llaves, de grifos reales de agua, la cual sugieren la existencia de otra trama mágica que circula por el interior del muro, aportando nuevamente una dimensión poética a la obra. En la acuarela Capa (1997) la circulación interior aparece igualmente representada a modo de estructura corporal desvelada, como una radiografía previa a un estado de catarsis y limpieza.

La dimensión política de la obra de Los Carpinteros es asimismo otro aspecto reseñable de su trabajo, algo que no se manifiesta en un ámbito explícito, sino en un espacio de referencias, sutilmente abordadas y no exento de ironía, que puede ser identificable tanto para el ciudadano de a pie cubano, familiarizado con los gags y el argot local, como por aquellos que observando desde otros contextos pueden captar el mensaje inherente a sus obras.

Los Carpinteros, La dirección de la mirada,1998. Daros Latinamerica Collection, Zürich

Podemos percibirla de una forma más evidente de lo habitual, en su acuarela La dirección de la mirada (1998) donde un telescopio, de longitud inusual y prácticamente imposible, apoya y es sujeto con firmeza por cuatro tornillos de carpintero que apoyan a su vez sobre un muro de ladrillos. Una estructura pues tremendamente sólida y férrea que permite tan solo una dirección de la mirada.

Orlando Britto Jinorio, 2017 (2015) Orlando Britto Jinorio es Director del Centro Atlántico de Arte Moderno, Las Palmas, España. Este ensayo fue publicado primero en: Cuba - Ficción y Fantasía. Una selección de arte cubano de la colección Daros Latinamerica, catálogo, Casa Daros, Rio de Janeiro; Zürich, Daros Latinamerica, 2015.